Si hay algo que define al mercado laboral en pleno siglo XXI es la convivencia de cuatro generaciones, que se definen según su época de nacimiento y que por lo tanto reflejan el entramado socio-político cultural del que fueron parte: los Tradicionalistas (personas nacidas entre 1900 y 1945), los Baby Boomers (entre 1945 y 1964), la Generación X (1964 y 1980) y la Generación Y -o millennials- (1981 y 2000). Por primera vez, estas cuatro maneras de ver el mundo se encuentran en un mismo tiempo y espacio: las empresas. A esta coexistencia refiere el término “Turbulencia Generacional”, acuñado por Paula Molinari, licenciada en Ciencias de la Educación y directora de la consultora WHALECOM y explicado en el libro homónimo (Ed. Temas, 2011).
Según la autora, este ‘movimiento’ pone en jaque a los clásicos modelos organizacionales, desafiando a los jefes a desarrollar nuevas habilidades. “Generaciones diferentes, gente grande y joven, hubo en todas las épocas. Sin embargo es la primera vez que hay cuatro mentalidades distintas. Esto trae problemas y conflictos. Hay nuevas demandas para los jefes y nuevos desafíos para las empresas porque sus antiguas propuestas de valor al empleado; hoy no son tan valoradas como eran antes. Lo que funcionaba en el siglo XX, no funciona en este siglo”.
Para Molinari, los síntomas de la época de transición que vivimos son evidentes: “alta rotación, crisis de compromiso y conflictos generacionales”. La “turbulencia generacional”, desafía a quienes manejan equipos de trabajo y toman decisiones a “comprender las distintas ‘mentalidades generacionales’ y a hacer foco en qué es lo que buscan los jóvenes en su lugar de trabajo; entender cuáles son los desafíos que plantean”.
Ahora bien, aunque en la actualidad, las cuatro generaciones conviven demográficamente, las dos con mayor cantidad de integrantes son los Baby Boomers y la Generación Y. Esto deja a la Generación X, la intermedia, como una de pequeño tamaño frente a las otras dos. “En las organizaciones esto generó la denominada ‘brecha generacional’, ya que hay pocos “intérpretes” de la Generación X que ayuden a la Generación Y a integrarse a los Baby Boomers. Esto produce diversos efectos, pero puntualmente uno muy estudiado en la comunicación: como los traductores son escasos, el diálogo entre generaciones pareciera de dos idiomas”, explica Diego Caso, licenciado en Administración de Empresas y Coach.
Para Caso, es la Generación Y aquella capaz de “salvar al mundo”. En diálogo con ÚNICO define sus rasgos particulares, explica cuáles son los valores que aportan y cuáles los desafíos que presentan en las empresas.
¿Cuáles son las características de los millennials?
Es importante destacar que estamos consolidando todo el mundo en cuatro casilleros, lo que nos deja un muy amplio espacio para excepciones que omitimos a efectos de poder dar una comprensión general del tema. Los integrantes de la Generación Y son innovadores, efectivos, resilientes, tolerantes y comprometidos. Es una generación que acepta y abraza la diversidad de edades, culturas, género y capacidades. Tienen una amplia compresión del valor de ser distintos. Son ciudadanos globales y los viajes se hallan entre sus prioridades de vida. Nacidos en los inicios de la era de las tecnologías de la información, saben usarlas para hacer del mundo un mejor lugar para vivir. Curiosamente para la Generación X (algo que a muchos de esta generación les cuesta entender), la Generación Y valora la familia, el tiempo personal, los amigos y se debate cómo hacer para que su vida profesional no arruine esas relaciones.
Los integrantes de la Generación Y son innovadores, efectivos, resilientes, tolerantes y comprometidos. Es una generación que acepta y abraza la diversidad de edades, culturas, género y capacidades. Tienen una amplia compresión del valor de ser distintos. Son ciudadanos globales.
¿Qué valores aportan a las empresas?
Dos aspectos resaltan entre los valores que aportan. En primer lugar, la consciencia por la persona. Entre estrategias, globalización y maximización de la rentabilidad, los Baby Boomers y la Generación X dejaron un poco de lado el foco en la importancia del capital humano en las organizaciones. La Generación Y, en cambio, vino a recordar esa importancia agitando, entre otras, las banderas del trabajo flexible y el equilibrio entre la vida personal y laboral. En segundo lugar, tiene internalizada una visión global de los negocios que aportará naturalidad a los negocios internacionales, derribando barreras culturales y aprendiendo más rápido las necesidades de nuevos mercados.
¿Cómo se los puede motivar y valorar?
Velocidad en los procesos, variedad, diversidad, buen clima, buenas relaciones, un ambiente informal, participación, celebración y buenos jefes son las variables que componen el contexto laboral perfecto para esta generación, una generación que plantea nuevas demandas a las habilidades de los jefes y que no teme abandonar la organización cuando algo no les gusta, resalta Paula Molinari en su libro.
Y ahora, si pensamos a esta generación en un modelo organizacional tradicional o clásico, ¿cuáles son los desafíos que presentan?
Tradicionalmente una generación es definida por su rebeldía a los principios de la generación anterior. Una de las características de la Generación Y es que no hay una gran rebeldía contra la generación anterior, por lo cual, los argumentos usados por las generaciones anteriores para controlar a sus sucesores quedaron desbaratados. Esta generación se revela con un gran foco en sí misma. Gestionar esta característica requiere una gran cantidad de habilidades blandas en la gerencia media y superior que muchas veces no está desarrollada. Si tuviera que elegir una habilidad esa es la de la escucha, como forma inicial de construcción de acuerdos que permitan alinear objetivos entre las distintas organizaciones.
Tomando tus palabras: ¿definitivamente será la generación que puede “salvar al mundo”? ¿Por qué?
Los pedidos que formulábamos desde otras generaciones para salvar al mundo eran regresar a los valores, respeto por el otro y cuidado del planeta. Una generación más apegada a los afectos, que hace centro en la amistad y la familia, permitiendo una definición flexible a esta última, tiene oportunidad de formarse fuertemente en valores. Una generación que acepta la diversidad de género, nacionalidad y capacidades, es una generación inclusiva que no busca normalizar, en cambio acepta diferencias como parte natural de la construcción de valor. Por último, una generación ciudadana del mundo, entiende el impacto de sus acciones como parte del todo y desde este lado, defiende al planeta. Estamos llamados a apoyar a una generación que entre todos hemos construido (son nuestros hijos y nietos) con los ingredientes necesarios para salvar el mundo.