Pareciera ser cínico que los problemas ligados al dinero no terminen una vez que este ingresa. Por cada peso en nuestro poder se libra una batalla, aquella de elegir entre gastar/ahorrar/invertir. El dinero cuenta con una propiedad mágica que prácticamente ningún otro bien comparte, la de multiplicarse a sí mismo. Sin embargo, existen fuerzas dentro nuestro que guían nuestras decisiones inconscientemente, muchas veces privándonos de esta propiedad. Estos sesgos cognitivos y rasgos personales los resumimos con refranes como “vivamos el presente”, “mejor pájaro en mano…” y “el que no arriesga no gana”. Cada uno en su estilo tiene sus ventajas y desventajas por lo que resulta importante focalizarse en los procesos en lugar de las decisiones para así entender cuando conviene dejarse llevar por nuestro instinto animal o por la razón y poder disfrutar el dinero en lugar de sufrirlo.
El trilema varía entre personas y culturas, como también dentro nuestro. Dependiendo del ingreso, edad o estado de humor inclusive, se puede ser proclive a gastar desaforadamente cuando se es joven, ahorrar hasta el último centavo cuando hay recesión o invertir a ciegas luego de un jugoso ascenso laboral. Queda implícito entonces que no existe una respuesta única e universal, por lo que insistiremos con el proceso de decisión para maximizar los frutos sin perder la cordura en el camino. Una ventaja de construir procesos es que simplifica la toma de decisiones brindando márgenes claros, utilizando toda la información posible y a posteriori corregir los errores.
Los elementos
El primer desafío es poner en marcha un mecanismo de decisión, pero al estar todo conectado suele ser confuso y se abandona antes de ni siquiera iniciar, o bien luego de algunos pasos se interrumpe abandonando a mitad de camino. La diferencia entre invertir banalmente y crear dicho mecanismo es que, para lo primero hace falta sólo dinero, mientras que lo segundo aborda la cuestión integralmente (el trilema y no sólo un pedazo) y requiere de diversos elementos:
- Motivación y determinación
Punto de partida y crucial a lo largo de todo el ciclo, en especial cuando se busca construir cosas en el tiempo y duraderas. Estamos hablando de un proceso que conlleva sufrir eventos adversos, salir de la zona de confort y lidiar con momentos de mucha emocionalidad: cuando llegua una factura inesperada, el dólar sube repentinamente, las acciones se disparan por un ascensor o el auto de tus sueños está a un precio irrisorio. Se puede tener cuantos objetivos y reglas queramos, aunque se debe estar completamente motivado para calmar las emociones y ayudar a la razón. - Orden y progreso
Cada elemento por sí mismo es fundamental, el orden y el progreso lo son particularmente para construir un método. El orden se traduce en información, en la medida en que los datos son convertidos en ésta, como pilas de facturas en planilla de costos o dinero de no sé donde en ingresos por devolución de IVA. A su vez, los objetivos fijados son reconocibles y evaluables si se lleva un seguimiento. El sustento de todo método y su éxito en el tiempo no se diferencia por la organización, pero sin ella no existiría tampoco. - Honestidad ante todo
Este último, pero no menos relevante ítem, hace referencia a que los números deben reflejar la realidad y no lo que nosotros queremos. En algunos ámbitos existen actores externos que nos obligan a hablar con sinceridad. Caer en la tentación de dibujar nuestros deseos y no nuestras acciones es un boleto de ida sin retorno al fracaso. La información con la que contamos para tomar las decisiones al final del camino debe ser verosímil desde el inicio, de modo contrario, cuando los trapitos salgan al sol, podría ya habernos costado caro.
“Naturalmente somos optimistas, propensos a exagerar los ingresos y subestimar los gastos”
Con el bagaje necesario, para crear dinero mezclando dinero existen distintos modos. Esta guía se ocupará de brindar herramientas para quienes, al día de hoy, no tengan claro qué hacer con su excedente, sientan que el dinero nunca es suficiente o simplemente para la gran mayoría de los mortales: personas cuyo ingreso deriva mayoritariamente de su principal actividad (trabajo o empresa) y lo gasta principalmente en el día a día. En criollo, quienes gastan casi todo lo que entra.
Para aquellos que gozan de ingresos ampliamente superiores al nivel de vida deseado o cuya liquidez representa un problema en sí mismo, esta guía puede resultar útil, pero no reveladora.
a. Identificar los gastos
El cerebro, como fruto de la evolución, es una extraordinaria computadora para resumir y clasificar información. En pocos segundos es capaz de decidir si un dato es potencialmente mortal, lo evalúa y lo archiva. Financieramente hablando, identificar los ingresos es sencillo porque, lamentablemente, las fuentes suelen ser pocas, constantes y con frecuencias repetidas similarmente. En cambio los gastos no.
Nuestra cabeza por ende procede a recordar aquellos egresos que se repiten con frecuencia o impactan fuerte en nuestro bolsillo. En otras palabras, el sueldo se cobra los primeros días de cada mes y el bonus a fin de año, mientras que el crédito hipotecario se lleva la mitad de este, el gas llega bimestral, al supermercado se va los sábados y las vacaciones se arman luego del bonus.
Si bien este mecanismo nos permite medianamente estar al orden del día, son los gastos hormiga a los que debemos prestar vital atención. Entre cafés, asados, mecánico y ofertas de media estación se calcula que un 30% del ingreso total desaparece pasando desapercibido.
TIP: Escribir cada vez que sale un centavo de nuestra cuenta, a fin de mes la ecuación INGRESOS = GASTOS + AHORROS debe cuadrar perfectamente.
b. Clasificar, cuantificar y priorizar
Toda esa masa de datos recopilada dice poco hasta que se la ordena. Tanto ingresos como egresos deben ser tenidos en cuenta y disociados entre sí, no existe un aguinaldo que se use para pagar el impuesto automotor, se debe contabilizar de forma independiente cada entrada y salida de dinero.
Clasificando mínimamente en algunas categorías, se hace tangible aquello que antes se evaporaba. En segunda instancia, cuantificar permite comprender cuánta importancia (al menos monetaria) le estamos dando a cada egreso. Finalmente, priorizar es el engranaje con el próximo paso, definiendo los gastos inamovibles y los extra.
TIP: Este paso requiere de una gran sinceridad, ya que naturalmente somos optimistas, propensos a exagerar los ingresos y a subestimar los gastos.
c. Fijar objetivos finales e intermedios
En esta instancia se crea un delta, ya que existen una infinidad de objetivos y modos de cumplirlos. Sin embargo, usando las tres patas del trilema podemos fijar tres macro-objetivos: controlar los flujos (gastos), mejorar la liquidez (ahorros) o crear nuevas fuentes de ingresos (invertir). En cuanto a los objetivos intermedios, se busca fijar metas concretas y de corto o mediano plazo, como puede ser ahorrar el 10% del sueldo a fin de mes, abrir un plazo fijo o cancelar una deuda que genera intereses.
TIP: Crear una serie progresiva de objetivos en dificultad, con algunos mensuales, trimestrales y uno a 5 años.
Maximizar o minimizar
Terminada la tortuosa etapa sobre el flujo monetario (ingresos y egresos ordenados), se debe finalmente dar destino al excedente. La premisa es definir el enfoque y el objetivo en base a nuestra personalidad. Se dividirá en cuatro posibles caminos. Se puede maximizar o minimizar (enfoque) y se debe aplicar a un riesgo u horizonte (objetivo), como se puede observar en el esquema de la siguiente página.
Para crear un flujo de ingresos sustancial se debe inclinar por los cuadrantes I. Personas con atracción al riesgo motivados por sus potenciales ganancias y tiempo disponible para dedicar a otras actividades además de la principal. Algunas opciones son la bolsa o emprender con un socio-amigo.
Es una verdad universal que pocos hacen mucho dinero con el salario o profesión. En cuanto al mercado bursátil, buscar acciones infravaloradas más que con potencial en el corto plazo, como también estar atentos al timing o eventos políticos si se exploran commodities o Forex. Para los emprendedores, explotar algún talento como puede ser la cocina, explotar oportunidades como revender directo de un proveedor o difundir tus conocimientos en actividades de consultoría o blogging.
En la vereda de enfrente (cuadrante II), están quienes desean contar con dinero extra sin sufrir de más. Es decir, crear un flujo de ingresos pasivo. Si los vaivenes y la incertidumbre generan malestar es preferible invertir en activos de renta fija como Bonos del Tesoro en Dólares o acciones de buen pago de dividendos como Coca-Cola o YPF. Las ganancias suelen estar relacionadas proporcionalmente al riesgo, sin embargo, existen estas opciones que ocupan una vía intermedia. Además, de reinvertirse al cabo de pocos años, el efecto compuesto del interés hará crecer el flujo considerablemente.
Para aquellos que cuentan con paciencia, el cuadrante III se centra en el largo plazo. Constancia y visión estratégica son requisitos inexorables. Se puede optar por inversiones en bienes raíces para los conservadores o crowdfunding, venture capital y IPO’s para los valientes. Decidir por una dependerá fundamentalmente del conocimiento y acceso a la información que se tenga o pueda tener. Mientras más largo es el horizonte, mayor la incertidumbre. Por ello, la clave es no tirarse a la pileta con cosas desconocidas si se quiere evitar un viaje para el olvido.
Por último, existen quienes prefieren seguridad y estabilidad u otras circunstancias requieren de cautela. El cuadrante III asegura liquidez en el corto plazo. Una lección de finanzas, poco aclamada pero fundamental, es que la solvencia es un problema de largo plazo y la liquidez uno de corto, pero rápidamente la iliquidez puede convertirse en insolvencia. Para evitarlo, tener el dinero en plazos fijos y cuotas en fondos comunes de inversión es una estrategia óptima para mover el dinero pero con rápido acceso y bajo control.
Tabla de definiciones
Gasto
consumo sea de bienes o servicios (no necesariamente hay desembolso de dinero)Ahorro
porción de ingresos disponibles -después de pagos inevitables- para consumo futuro.Inversión
porción de ingresos destinada a la generación de nuevo ingresos.Liquidez
capacidad de afrontar obligaciones en el corto plazo.Solvencia
capacidad de afrontar obligaciones en el largo plazo.Riesgo
la probabilidad de un evento adverso.Potencial
la probabilidad de un evento positivo.
TIP: Cualquiera sea el destino final del dinero al final del proceso, preferir siempre instrumentos de los cuales se tenga conocimiento sobre su comportamiento, como un plazo fijo, dólares o invertir en acciones que seguimos hace tiempo; como también en personas en quienes confiamos. El pecado capital es terminar tan arduo proceso con el último paso tambaleante.
En un mundo donde el tiempo es el bien más escaso y nuestra atención el producto más preciado, estamos bajo permanentes ataque de ofertas, posibilidades de inversión y oportunidades inigualables. Todas ellas son decisiones finales, parte del producto ofrecido es darnos soluciones terminadas. Volver al origen y bajar un cambio, apostar a los procesos para conseguir resultados estables de manera eficiente y eficaz, no mágica. Con el tiempo se concluye que controlar los gastos no es necesariamente reducirlos, ahorrar no es sinónimo de privar ni invertir de arriesgar. A final de cuentas (literalmente) uno termina por entender que aquella propiedad mágica que tiene el dinero, la de multiplicarse a sí mismo, evoluciona en una aún más reconfortante: el dinero trabaja para nosotros y no al contrario.
Alejandro Abraham
Economista Universidad Ca´Foscari Venezia
Mercado financiero TH Koëln
Actualmente es analista de políticas públicas en TRT Milán
Investigador adjunto comisión Europea y Banca d´Italia