Los festejos por el Día de la Primavera nos convocan a todos a concientizarnos sobre el consumo de alcohol. Los medios reflejan las devastadoras consecuencias que puede acarrear una ingesta imprudente de esta clase de bebidas. A pesar de las advertencias sobre los riesgos de conducir en estado de ebriedad, el mensaje pareciera no haber sido aprehendido plenamente. Es por ello que se vuelve necesario repensar esta problemática individualmente, en el seno familiar y como sociedad.
El diálogo debe ser de las primeras herramientas a las cuales acudir para combatir este crítico fenómeno. El poder de la palabra no debe desestimarse ni subestimarse, pues conversar sobre este tema puede ayudar a desentrañar sus causas. En definitiva, si se logra conocer por qué sucede este problema, resultará más fácil abocarse a su prevención.
También se debe recurrir a la organización y el apoyo, puesto que inculcar la figura del conductor designado es una responsabilidad colectiva, no solo individual. En este sentido, es importante construir vínculos de cuidado y respeto mutuo a nivel grupal, dado que llegar sanos y salvos a casa es mucho más sencillo cuando se plantea como una causa común.
Por último, no debe caerse en la falacia de considerar que solo la juventud se encuentra expuesta a caer en este tipo de comportamientos irresponsables. Ser adulto no lo convierte a uno en excepción. Todos podemos ser víctimas, todos podemos ser victimarios, si así lo permitimos…