Algunas relaciones pueden iniciar no de la mejor manera, pero con el tiempo las fronteras pueden superarse, en este caso gastronómicas, resultando de ello una alianza perfecta para paladares aventureros.
UN POCO DE HISTORIA
En la Europa del siglo XVII, el agua no era potable y los canales de las grandes ciudades eran un viejo recuerdo del imperio romano. Los licores no existían, la cerveza sin lúpulo no se podía conservar, el café se desconocía. Entonces el vino era la alternativa más higiénica.
Pero todo cambió durante la segunda mitad de siglo; se crearon sistemas de canalización del agua y lo más importante: desde tierras exóticas llegaban nuevos productos que atraían a la aristocracia siempre ávida de novedades. Té de China e India, café de Arabia y cacao del continente americano. Eso signi caba demasiada competencia para el vino, el cual iba perdiendo posiciones entre las opciones.
La industria del vino quedó atrapada en el tiempo mientras que la naciente industria chocolatera evolucionaba de manera exponencial. Su atributo principal era que el cacao se podía beber amargo comer dulce, y el vino sólo era vino. Pero luego con la invención y estandarización de las botellas de vidrio, el tapón de corcho y el sacacor- chos este sector pudo reinventarse.
EL PORQUÉ
El armonioso encuentro entre estos dos antiguos contendientes se debe la presencia de moléculas de la misma familia de precursores aromáti- cos, generándose de manera orgánica un encaje de aromas y sabores que se conjugan con toda naturalidad. El secreto de un buen maridaje entre vino y chocolate reside en el mismo principio que se aplica entre el vino y alimentos dulces: a mayor dulzor en la comida más dulce será el vino.
Dicho de otra manera, podríamos asegurar que los vinos más ligeros van bien con chocolates similares, mientras que los vinos con más cuerpo ten- drán una mejor relación con aquellos de mayor porcentaje de cacao.
CÓMO MARIDARLOS
Aunque te resulte una tarea di cultosa, la primera acción es asegurarse de que uno no sea más dulce que el otro y para ello deberás probar el chocolate primero. Está claro por demás que el chocolate debe ser de calidad para pod- er apreciar a la perfección esta experiencia. Son preferibles aquellos vinos de taninos suaves y redondeados. Además, siempre deben corresponderse; si el vino es fuerte e intenso el chocolate también lo será.
Por último y creo que lo más importante es experimentar, probar sabores y texturas nuevas, buscar aquellas que se acerquen a tus prefer- encias personales y disfrutar la la dinámica. Buscando siempre descubrir lo nuevo, así conocerás y desarrollarás tus propios gustos. Espero que lo disfrutes y te embarques en una gran experiencia para tu paladar.