Mendoza es una de las capitales del vino en el mundo y cuenta con un semillero de jóvenes winemakers que están pisando fuerte en el mercado local.
Desde hace más de una década se viene gestando una nueva generación que aprendió de enólogos pioneros en la región y que ahora está ocupando la escena del vino en nuestra ciudad. No por nada los ganadores de la competencia WinemakerSub40 del 2017 fueron los mendocinos Mauro Vegetti y Noelia Torres, representando a Gauchezco y Viña Cobos respectivamente. Estos profesionales están impactando en un mercado cambiante, donde los millenials van a tomar cada vez más relevancia, las tecnologías crecen a pasos agigantados y las estrategias de marketing se renuevan año a año. Los Sub40 son los promotores de los nuevos vinos, las etiquetas nuevas, desestructuradas, frescas y divertidas, como sus autores.
Noelia Torres, la defensora del terroir
Noelia se desempeñó hasta diciembre de 2017 en Viña Cobos, muy cerca del mítico enólogo Paul Hobbes, antes de convertirse en la primera enóloga de Ruca Malen. Si bien había tenido intenciones de participar en previas ediciones del concurso WinemakerSub40, un viaje a España le impidió ser parte del mismo. “El año pasado fue diferente, pude participar aunque nunca lo hice con intenciones de ganar un premio o una medalla, sino que me lo tomé como una jornada para compartir junto a colegas, donde se creó un intercambio por demás interesante”, comentó Noelia respecto a la experiencia. “No imaginaba que hubiera tantos Sub40 y de tantos lugares distintos, eso fue muy enriquecedor”, confesó sorprendida.
Yo soy más defensora del viñedo porque es gracias a él que se puede obtener el fruto deseado
La competencia consistió de una cata a ciegas en la cual se presentaron 93 vinos de 57 enólogos de todo el país. El concurso es una cata donde el vino es el protagonista, no la bodega o el enólogo, como pasa cada vez que Michel Roland lanza un vino. “Del concurso me gustó mucho la variedad y calidad de los blancos, sin desmerecer a los tintos ya que la vara estuvo muy alta en general. Me gustó el vino sin sulfito de Krontiras porque tenía mucha fruta, y otro que aprecié bastante fue el de Bodega Gauchezco. Yo participé con el Bramare Cabernet Sauvignon, Lujan de Cuyo 2015”.
“A mi manera de verlo, es el vino el que debe llevarse los elogios. El enólogo es como el director de orquesta: coordina, crea, da indicaciones, pero sí o sí necesita intérpretes.”
Para Noelia la distinción entre enólogos no es un factor generacional, sino que tiene que ver con la personalidad de cada uno. En cada camada hay algunos sobrios, otros excéntricos y otros innovadores. Lo que sí se nota, según Noelia, es que en los jóvenes hay un gran interés por querer diferenciarse. “Yo soy más defensora del viñedo porque es gracias a él que se puede obtener el fruto deseado. A mi manera de verlo es el vino el que debe llevarse los elogios, el enólogo es como el director de orquesta: coordina, crea, da indicaciones, pero sí o sí necesita intérpretes. De la misma manera el enólogo cuenta con todo un equipo de personas que se dedica a trabajar el viñedo, pero las propiedades del terroir son las que van a determinar el resultado”, concluyó Torres que en este año tiene el desafío de renovar la imagen y las etiquetas de Ruca Malen.
Lucas Niven. Trabajo y pasión, o Pala Corazón.
Si bien Lucas no participó en esta edición del campeonato, es uno de los referentes de la nueva generación. Dio sus primeros pasos en Catena Zapata, muy cerca de Alejandro Vigil, donde tuvo la oportunidad de desempeñar distintos roles que le dieron el conocimiento necesario para manejar una bodega. “Una experiencia muy importante fue cuando me enviaron a Estados Unidos como Brand Ambassador de Escorihuela, lo que me ayudó a entender el mercado americano del vino; hoy en día Pala Corazón se exporta a USA”, explica Lucas. “Creo que lo que me está sucediendo hoy, sin la escuela de Catena Zapata sería imposible. La bodega siempre tuvo una manera muy distinta de ver el mundo del vino y eso me fue inculcado”, añadió. “Sin ese conocimiento previo era impensado que pudiera cambiar Viñedos Niven de una bodega trasladista, es decir que hace vino de damajuana, a una de vinos alta gama de los terrorir más importantes del país. Sin Catena hoy no estaría parado donde estoy”, concluyó Niven.
Lo que distingue mi marca personal es la búsqueda de un vino natural.
Cuando en el año 2010 la familia Millan pensó lanzar la línea Mosquita Muerta -una selección de blends premium con un look disruptivo e innovador- acudió a Lucas para ser el intérprete del concepto que dio luz a las conocidas líneas Mosquita Muerta, Perro Callejero o Fuego Blanco. “En Millán fue distinto porque tenía una trayectoria, tenía un crecimiento notorio y empecé como jefe de enología. A nivel creativo, Millán me liberó mucho más y me dejó crear, ser más libre con propuestas y en el caso de Fuego Blanco, participé también del diseño de la etiqueta”, contó Lucas.
Al contrario de lo que piensa Noelia, para Lucas la figura del enólogo es imprescindible y también gran parte del éxito o el fracaso del vino. “Me parece que si no hay una imagen fuerte de una persona, el éxito no existe, como pasa en otros ámbitos también. En la mayoría de los casos la credibilidad del proyecto se la otorga una persona”, dijo Niven. Con este pensamiento encaró una nueva etapa de creación de vinos propios como “Aquí estamos todos locos”, “Macho Alfa”, “Extraviado”, “Bondiola” y “Pala Corazón”.
En el año 2010 la familia Millan lanzó la línea Mosquita Muerta -una selección de blends premium con un look disruptivo e innovador- y acudió a Lucas para ser el intérprete del concepto que dio luz a las conocidas líneas Mosquita Muerta, Perro Callejero o Fuego Blanco.
“Me gusta ir más allá de lo clásico, pero lo que distingue mi marca personal es la búsqueda de un vino natural, sin tanto químico agregado. Es una búsqueda que comenzó en 2012 y a estas alturas Pala Corazón tiene un 80% menos de químicos y conservantes que la mayoría de los vinos. La meta es llegar al 100%, lo cual no es fácil porque tiene que salir todo perfecto, pero sé que estoy en el camino indicado y por eso estoy muy contento”, confesó Niven. “Otra innovación que incorporé en mis vinos es el uso de los huevos de cerámica, que son de cerámica de 23 cuevas distintas de Europa y tienen dos características especiales: la porosidad y la microoxigenación. Mi próximo vino será en arcilla de terracota. Es un poco volver a las raíces, como cuando en la antigüedad se hacían vinos en amphoras. La idea es retomar un poco de esas costumbres y aplicarlas a la producción actual con el ansia de conseguir el mejor vino natural”, concluyó Lucas.
Ya sea bajo el ala de una importante bodega o lanzando vinos de autor, los enólogos Sub40 están dejando su marca y sus vinos son el mejor exponente de una generación que busca renovar la imagen del vino en Argentina.