Computadora, celular, televisión, videojuegos… Los chicos de hoy se emocionan con cualquier entretenimiento, excepto con los libros. Es por eso que muchos adultos no se preocupan por la falta de hábito de lectura en sus hijos, ya que consideran que es cosa exclusiva de la escuela y que, en sus tiempos libres, deberían jugar a lo que quieran. Estos papás probablemente desconozcan que la experiencia de la lectura en casa es casi el factor determinante para que los chicos adquieran la costumbre: lo que realmente los motiva es el vínculo que establecen con los libros desde un lugar familiar —el hogar— y de la mano de un adulto o referente con el que tienen una relación afectuosa.
¿Por qué cuesta tanto que lean los chicos? Leer es como cualquier otra destreza: requiere de práctica y de mucha voluntad. Es decir, implica el esfuerzo que supone la activación de numerosas funciones mentales y, como todo trabajo, cansa. Sin embargo, con la guía adecuada, pronto descubrirán que es un esfuerzo deleitable. Esta es tu tarea como papá o mamá…
«Recuerdo claramente el momento de la noche en que mi abuela Adela nos leía un cuento a mi hermano y a mí con su voz dulce y profunda… Esa conexión y emoción no se olvida. Ella fue uno de los motivos por los que crecí amando las historias y la literatura»
En primer lugar, es importantísimo descartar que el chico esté teniendo problemas de comprensión. La Dra. Marie Carbo, directora del National Reading Styles Institute, recomienda para esto tomar de la biblioteca libros para la edad de tu hijo o hija: ¿puede leer ese material?, ¿lo entiende y puede conversar con vos sobre él? Si la respuesta es negativa, podés hablar con sus maestros o consultar con un profesional, ya sea de la educación, de la lengua o de la psicopedagogía para solucionar el problema.
De todas formas, sea cual sea el caso, tu rol como incentivo en la experiencia de tus hijos con la lectura es vital. Comencemos con algunos tips para motivarlos.
Existe en la mente de las personas la asociación de la lectura con algo aburrido o serio, y no solo en la de los chicos. Es necesario romper con este mito. Lean juntos acertijos, chistes, un texto gracioso y/o divertido. Prestá atención a sus hobbies y a lo que les gusta, es probable que algún material relacionado con eso llame más su atención. Una recomendación especial es buscar libros relacionados con una película de su preferencia. Lo más importante: que sean relevantes, es decir, que conecten con su mundo interior.
Como mencionamos anteriormente, la voluntad y práctica son dos puntos fundamentales en el cultivo del hábito y no puede quedar plenamente sujeto a alguna eventualidad. Establecé un horario para leer con tus hijos todos los días o, por lo menos, dos veces a la semana y que practiquen ellos también leer en voz alta. De esta manera, la lectura ya no es una tarea, sino un momento para compartir en familia. Cuando la lectura surge desde el amor tiene un éxito asegurado.
Pero no se trata solamente de acompañarlos. La mejor manera de motivar es dando un buen ejemplo. Si tus hijos ven que una de tus actividades placenteras es la lectura, ellos querrán experimentarla también. No solo porque imitan lo que los grandes hacen, sino porque incorporarán la imagen de un adulto lector como algo que quieren llegar a ser. Para que se vayan animando solos, dejá material a su alcance, colocando —con criterio— libros, revistas, historietas y diarios por toda la casa.
Por último, haceles conocer las posibilidades infinitas de la lectura: que entiendan que puede servir para distintos propósitos y que puede enriquecer otras experiencias. Así, si quieren entretenerse, buscarán un libro; si quieren armar algo, lo buscarán en un texto de instrucciones; si quieren aprender, lo leerán en la web… Pero, sobre todo, es útil que descubran que los libros se relacionan con su vida de muchísimas maneras y que no quedan acotados solamente al ámbito curricular. Por ejemplo, si los chicos tienen como mascota un gato, podés elegir material relacionado a los felinos o un relato que tenga a uno como protagonista y establecé junto a ellos los puntos de contacto.
Los dispositivos electrónicos: ¿amigos o enemigos?
Los chicos son adictos a los dispositivos, ¿verdad? Nos guste o no, intentar negarles el acceso a estos es contraproducente, además de imposible. Celulares, tablets y computadoras ya son una extensión de nuestro cuerpo porque gran parte de nuestra vida pasa por allí y no solo es positivo que nuestros hijos aprendan a manejar estas tecnologías, sino que cuando lo hacen, leen y se preparan para un mundo virtual que es el futuro. Por eso, hay que darle un lugar adecuado y supervisado a los dispositivos en la agenda de los chicos.
Pero esto no se queda allí. Podemos transformarlos en aliados para fomentar la lectura. Acá te recomiendo algunas aplicaciones y plataformas:
RAPIDS: son lecturas en formato de mensajería instantánea como whatsapp; permite seguir una historia entre varios personajes con gran interés, con la opción de escuchar las conversaciones con diferentes voces y aprender el vocabulario desconocido.
AUDIOLIBROS: los libros son relatados con geniales efectos de sonido. Con esta app la imaginación de los niños y niñas volará.
WATTPAD: para chicos más grandes, que lo utilizan para interactuar con la lectura ya que permite comentar los giros que se producen en una novela y leer las reacciones de otras personas en relación a esos sucesos. Además, ¡anima a escribir!
LEOTECA: es una comunidad infantil donde niños y niñas comparten sus lecturas con sus profesores y familiares, mediante una red social privada. Los adultos desempeñan un papel activo.
También servirá cualquier material que les ayudes a googlear, al que sería buenos añadirle material interactivo relacionado para completar la experiencia de lectura. Ejemplo: si ven un programa de Pepa Pig sobre submarinos, buscá en el buscador algún cuento infantil relacionado, revisalo para asegurarte que sea apto y de calidad y leelo para ellos; si van a ver Toy Story 4, podés adquirir un libro virtual de Disney en internet. O, llevándolo a una experiencia en el mundo real, el proceso puede ser al revés: si lee o leen un texto sobre tortugas marinas, vayan después a visitar el recinto del tortugo Jorge al Acuario de Mendoza.
Estas recomendaciones buscan que tus hijos se transformen en pequeños lectores o, por lo menos, sepan disfrutar de un buen relato. Ahora, ¡a leer en familia!
Renata Piglionico
Profesora de Grado Universitario en Letras y diplomada en Corrección de Textos.
Comunicación, publicidad y prensa.
2616659943
renatapiglionico@gmail.com
ILUSTRACIÓN: Pablo Barrera Martínez
Diseñador gráfico basado e ilustrador, creador de COVEN.ST
Instagram: @coven.st