El muñeco de apego es también denominado “objeto de apego” u “objeto transicional” y hace referencia a la elección que hace un bebé sobre un bien físico para depositar en él cierto afecto. Esto, aunque no parezca, lo ayuda a lidiar con ciertas dificultades cotidianas que existen en su vida. Suele asociarse a la típica imagen de un bebé abrazado a su peluche preferido para poder conciliar el sueño, pero lo cierto es que se lo emplea también para otros momentos de ansiedad o de conflicto, como por ejemplo después de un berrinche.
Generalmente, este vínculo en la vida de un bebé se establece cerca del octavo mes, cuando el pequeño se da cuenta de que es un ser independiente de la madre. Entonces, esta realidad desata una necesidad básica que tenemos todos los seres humanos: tener seguridad y confianza con respecto a nuestro entorno. Por lo tanto, crea un lazo afectivo con cierto objeto para utilizarlo en los momento en que requiere cubrir esta carencia.
Los muñecos u objetos transicionales que generalmente son elegidos por los bebés son: el peluche, el chupete, una mantita o una almohada. Y el momento en los que suelen necesitarlo es a la hora de dormir, debido a que, posiblemente, es cuando se sienten solos y desprotegidos.
¿Por qué algunos bebés necesitan objetos de apego?
La explicación de este hecho es que, en esta nueva cultura naciente, los padres tienden a acelerar el proceso de independencia emocional del bebé cuando se ausentan por largas horas debido a sus obligaciones laborales.
Los bebés humanos son innatamente dependientes de su cuidador principal. Es decir, que dependen de otros para satisfacer sus necesidades básicas como la alimentación, el abrigo y la protección. Sumado a lo dicho, también tienen otra necesidad básica que es más importante: recibir afecto y contención. Esta última realidad es el principal factor que marca la vida de un niño, ya que siente que si tiene afecto y contacto, todas las demás necesidades (alimentación, abrigo y protección) van a ser satisfechas por la misma persona con la cual tiene esa cercanía.
Establecer un vínculo sólido con su cuidador principal le otorga toda la confianza que necesita para poder desarrollarse sin tener conflictos en su seguridad emocional futura.
El vínculo con los objetos de apego en la vida de un bebé se establece cerca del octavo mes, cuando el pequeño se da cuenta de que es un ser independiente de la madre.
Vale aclarar: que tu hijo tenga objeto de apego no quiere decir que le falte amor, o que tenga problema alguno, es una conducta normal en nuestros bebés, los occidentales, como respuesta a unos requerimientos sociales concretos de nuestra cultura.
¿Es bueno para el bebé tener un objeto de apego?
La respuesta es sí. Antes, se creía que los niños que necesitaban un muñeco de apego eran inseguros e introvertidos. Sin embargo, el psicólogo John Bowly fue quien le dio forma a la “Teoría del apego” en su trabajo en instituciones con niños que carecían de una figura materna. En este estudio logró vislumbrar que el sentimiento de apego es el vínculo emocional que un niño va desarrollando con sus padres y que le otorga la seguridad emocional indispensable para su futuro.
Por lo tanto, en aquellos instantes en que el bebé debe atravesar un momento de soledad o ansiedad, necesarios para su crecimiento, recurre al poder del muñeco de apego como una eficaz ayuda para sentirse bien y obtener sensaciones de seguridad.
¿Qué ocurre si mi bebé no tiene un objeto de apego?
Si el bebé no adopta un muñeco de apego la razón es simplemente que no lo necesita. También, es probable, que en lugar de necesitar un muñeco de apego, el niño adopte ciertas “mañas” o conductas que, en la práctica, reemplazan esa necesidad de elegir un muñeco de apego. Las más comunes son: ondularse el cabello, dormirse agarrado de la oreja de la madre, chuparse el dedo o doblar el borde de la sábana. Este tipo de acciones son denominadas “conductas transicionales” y son tan comunes como la adopción de un muñeco de apego.
Mediante un objeto de apego logran lidiar solos con las dificultades que deben enfrentar en la cotidianeidad.
¿Podemos evitar que se instale la necesidad de un objeto transicional?
Muchas veces, al transcurrir los años, los padres se ven inmersos en un mar de dudas acerca de cuándo es el momento correcto de ir retirando este objeto de la vida del niño, sobre todo cuando es el chupete.
Para estos casos, algunos expertos afirman que es posible, en la medida que se sepa compensar la ausencia del chupete con el pedido original de contención, consuelo y presencia, sobre todo a la hora de dormir. A su vez, se debe ir retirando de forma paulatina, paciente y sin presiones. Siempre atendiendo a la necesidad primordial del niño de recibir ese contacto y cariño que tanto requiere para que no vuelva a recurrir al objeto transicional.
Además, hay que tener en cuenta que, mediante un objeto de apego, logran lidiar solos con las dificultades que deben enfrentar en la cotidianeidad. Por ejemplo, si un niño cada vez que se dirige al baño necesita ir, sí o sí, acompañado de su peluche, es probable que necesite ir acompañado con un adulto hasta que logre sentirse seguro y pueda ir solo.
En conclusión, en lugar de quitarle completamente al niño el peluche, el chupete o la mantita, debemos cubrir esa necesidad con abrazos, presencia y contacto para que puedan sentirse seguros y acompañados.
Excelente y muy útil los consejos.