Si Ray Bradbury se lo hubiera imaginado, este tema podría haber inspirado la trama de otro de sus clásicos de ciencia ficción. Es que a partir de la creación del Big Data, se originó un antes y un después en la manera de almacenar, procesar y explotar la infinita cantidad de datos que generamos y compartimos a diario como usuarios de nuevas tecnologías.
Las cifras nos permiten dimensionar de qué hablamos: se estima que en 2020 el volumen de datos gestionado mundialmente alcanzará los 40 zetta bytes, lo que se traduce en 5.247 GB por cada habitante del planeta.
Frente a los programas tradicionales de almacenamiento de datos, en el que el 80% de estos se encuentra desordenado y no es fácilmente gestionable ni aprovechable, el Big Data es una solución. Esta arquitectura de la información, cada vez más en boga en el ámbito empresarial, permite la gestión y análisis de enormes volúmenes de información que no pueden ser tratados de forma convencional.
A través de estrategias de Big Data, los datos pueden ser gestionados, retenidos, clasificados, analizados e interpretados. Para las empresas esto significa la posibilidad de traducir la información que generan sus clientes en beneficios a nivel comercialización, marketing, producción, procesos y toma de decisiones directivas.
El desafío, no obstante, está en cómo optimizar el uso de los datos. Tomemos un ejemplo que conocemos todos y que es paradigmático: Netflix. La plataforma streaming pasó de ser una empresa de alquiler de DVD por correo –una pyme- a ser líder mundial en la industria del entretenimiento. ¿Cómo lo hizo? Diseñando una programación adaptada al comportamiento y los hábitos de sus consumidores, de quienes reunió información durante 20 años. Pero eso no es todo. La aplicación del Big Data le brindó a Netflix los indicadores que necesitaba para invertir en producciones propias, predecir el momento óptimo de lanzamiento, las estrategias de promoción, la selección de actores y la evolución de la serie. Las exitosas “House of Cards” y “Narcos” son el resultado de estos procesos analíticos. También para afianzar la fidelización de sus usuarios (la plataforma es capaz de determinar cuántas horas mensuales debemos utilizar el servicio para evitar que se plantee la baja).
Se estima que en 2020 el volumen de datos gestionado mundialmente alcanzará los 40 zetta bytes, lo que se traduce en 5.247 GB por cada habitante del planeta.
Otro caso interesante está retratado en “Moneyball” (2011), filme dirigido por Bennett Miller y protagonizado por Brad Pitt. Lejos de ser ficción, esta historia basada en Billy Beane, gerente entrenador general de los Atléticos de Oakland, muestra la aplicación del Big Data en el deporte. Sin un presupuesto que lo favorezca, Beane reinventó su equipo a través del análisis de datos: reclutó a jugadores catalogados como malos por los buscadores de talentos pero cuyas estadísticas de juego estaban sobre el promedio. Esta innovadora estrategia le valió a los Athletics una racha de 20 victorias consecutivas, estableciendo el récord de la Liga americana.
El dato está en el aire
Los expertos aseguran que el Big Data llegó para quedarse. ¿Cómo nos influye esto a los usuarios? De todas formas. Diariamente le revelamos a la red una gran cantidad de información personal a partir de nuestra experiencia digital: qué buscamos, dónde estamos, cuáles son nuestros intereses y preferencias, qué consumimos y hasta quiénes son nuestros amigos.
También hay datos que se guardan pasivamente como la localización de nuestro smartphone, el tipo de equipo que usamos, las aplicaciones que tenemos instaladas, los programas de TV que vemos o las estaciones de radio que escuchamos. Todo eso es absorbido, de diferentes formas, por el Big Data.
Pero, además de las pcs, notebooks y smartphones que recopilan información de forma permanente, existen otros dispositivos conectados a Internet que también envían datos sobre nuestros hábitos diarios (televisiones, relojes, autos, etc); así como cualquier acción en la que dejemos un registro electrónico (transacciones bancarias, minutos hablados por teléfono, kilovatios consumidos).
Con este generoso volumen de información que brindamos, empresas como Google, Facebook, Amazon –por solo citar tres de las cientos- elaboran patrones de comportamiento y perfiles de usuario. ¿Asusta saberlo?, obvio que sí. Por eso debemos establecer límites respecto a la información que queremos que las compañías conozcan de nosotros.
Para leer
Big Data: cómo afecta a los usuarios. Artículo publicado en Oficina de Seguridad del Internauta de España.
https://www.osi.es/es/actualidad/blog/ 2016/06/14/big-data-como-afecta-los-usuarios
Fuentes:
www.forbes.com.mx | www.economiadigital.es
www.osi.es | www.deustoformacion.com
www.datacentric.es